miércoles, 26 de octubre de 2016

Las 10 revoluciones que nos cambiarán

1) Inteligencia artificial (IA)

La inteligencia artificial está presente en todas las revoluciones que vienen: la de los drones, la conducción autónoma, los descubrimientos científicos, los servicios personalizados digitales, la robótica, el big data...
Lo que existe. Estamos programando a las máquinas para que aprendan. Los cursos presenciales u on-line de Machine Learning son de los más demandados tanto por las empresas como por ingenieros talentosos de todos los continentes. La medicina y las finanzas no se quedan atrás. El diagnóstico médico, la robótica bancaria, la compraventa de acciones… En realidad es un componente básico para los avances en estos sectores y también en la aviación y el transporte en general, el mantenimiento de las telecomunicaciones, la industria pesada, los servicios personalizados de atención a los clientes y hasta en las artes y la creación: la música, los juegos y los juguetes modernos contienen crecientes dosis de IA.
Lo que viene. El desarrollo de la IA ayudará al ser humano a multiplicar sus capacidades (imaginen un chip bajo la piel, una red neuronal que guarde datos y vivencias) y podrá crear máquinas que sobrepasen al ser humano en talento hasta llegar a retos inimaginables, desde avanzar en el conocimiento científico a ritmos exponenciales a, por qué no, ¿conquistar la galaxia?

2) Medicina personalizada y cirugía robótica

La aplicación de la inteligencia artificial en la medicina, la nanomedicina, la información analizable que proporciona el genoma humano… Todo ello redundará en una medicina altamente personalizada, con más potencial de diagnóstico anticipativo.
Lo que existe. Tenemos ya los fundamentos para una revolución sin precedentes que tendrá efectos en nuestra longevidad y nuestro bienestar y calidad de vida. La medicina y la biología apoyadas por la computación, la nanotecnología y la biotecnología unen a sus posibilidades a las que proporcionan los datos que aporta la secuenciación del genoma y la identificación de las enfermedades hereditarias. La robótica interviene hasta en la propia cirugía. Y son muchas las pruebas y ensayos clínicos que se desarrollan ya en el ámbito de la nanomedicina, que aporta soluciones tecnológicas del tamaño de un virus.
Lo que viene. Las expectativas se centran en la administración de medicamentos aplicados con precisión a los tejidos u órganos donde está localizado el problema (nanopartículas para llevar fármacos donde se necesiten). Esto tiene una importancia enorme por ejemplo en la lucha contra el cáncer, al combatir selectivamente las células malignas. Incluso la cirugía estará en pocos años mucho más robotizada, será menos invasiva y tendrá un potencial de precisión mucho más elevado. También los avances en las técnicas (como el método CRISP, un sistema genético de defensa contra virus) que permiten modificar de forma fácil y barata el ADN y supondrían un gran avance para la terapia génica y el tratamiento de enfermedades como el cáncer o la fibrosis quística.
La medicina personalizada tendrá un fuerte apoyo en la biométrica. Ropa, pulseras o wearables (llevables) en general que ya pueden medir y monitorizar los indicadores de la salud de un individuo y generan bases de datos que podrían prevenir o anticipar problemas. Las propuestas de llevables aparecen continuamente. Desde las lentillas en las que trabajaba Google para medir la glucosa y que “coloreaban” la visión si detectan algún problema, a los nuevos medidores de glucosa intradérmicos por NFC (Near Field Communication) que permiten medir los niveles de glucosa con solo acercar el móvil al brazo. La oferta de propuestas se haría interminable si hablamos de las prótesis robotizadas, que ya son una realidad. O la réplica de órganos a través de impresoras 3-D.

3) Nuevos materiales

La creación de nuevos materiales artificiales, especialmente los vinculados a los avances en el mundo invisible de la nanotecnología, pueden revolucionar nuestro mundo. No dejan de aparecer creaciones como el aerografeno (el material más ligero del mundo), la upsalita (muy absorbente) y la espuma de titanio (material altamente resistente y ligero)…
Lo que existe. Pese a las limitaciones de la nanotecnología actual, propuestas como los nanotubos o el grafeno u otras similares ya propician innovaciones revolucionarias. Materiales a base de polímeros que permitirían a medio plazo la autorreparación de carreteras o edificios; pinturas que absorben contaminantes, vehículos con materiales resistentes a los golpes, ropas que repelen la suciedad o las bacterias, nuevos materiales eficientes para los productos digitales como las pantallas flexibles. Junto a los materiales, la computación y el Internet de la cosas propician, además, edificios o tejidos inteligentes con prestaciones de gran valor para los usuarios. Para completar el círculo, la impresión 3-D ya hace posible la fabricación en horas de una vivienda en China o que los pedidos se impriman en casa en vez de llegar en dron.
Lo que viene. El reto para los próximos años está en hacer viables industrialmente los avances actuales en aplicaciones y productos concretos. No en todos los casos la aplicabilidad industrial está garantizada. Algunos expertos aseguran que en una década los avances en la nanociencia harán posible la denominada nanotecnología molecular, la capacidad de transformar la materia, el sueño de la alquimia de convertir los residuos contaminantes en oro. Si esto finalmente se alcanzara los economistas nos veríamos en la necesidad de jubilar nuestro paradigma de los recursos escasos y pasar al de la economía de la abundancia.

4) Ciudades Inteligentes y el Internet de las cosas

La vida urbana va a cambiar de forma radical a lo largo de la próxima década empujada por el auge de las llamadas smart cities (ciudades inteligentes) cuya transformación se basa en el Internet de las cosas y la sensorización.
Lo que existe. Europa está canalizando gran parte de las inversiones de fondos comunitarios hacia la implantación de tecnologías capaces de mejorar sustancialmente las ciudades en materia de medio ambiente, tráfico, ahorro energético, transportes públicos, redes Wi-Fi… Ciertos países de Asia, como India o China, están diseñando ya las ciudades inteligentes del futuro, donde la vida y la actividad económica estén ligadas al Internet de las cosas, la explotación del big data y la inteligencia artificial. Los sensores, o pequeños ordenadores como los arduinos, facilitan que “las cosas” emitan información relevante que genera, de forma directa o indirecta, acciones inteligentes que influyen en nuestro bienestar.
Lo que viene. Estamos ante un mercado de 3.000 millones para los gigantes tecnológicos, lo que facilita el interés por su desarrollo. Las smart cities ponen de relieve el potencial de la sensorización: el mundo de los sensores puede revolucionarlo todo y son aplicables a ciudades, infraestructuras, edificios, hogares, procesos… La tecnología que puede hacer una ciudad más eficiente y habitable abarca desde el uso de nuevos materiales o formas de energías a la digitalización, las toneladas de información detallada recabadas por dispositivos como los beacons, o la propia realidad virtual que transformará nuestra forma de comprar, aprender o entretenernos.

5) Energías limpias

Nuestra dependencia de los combustibles fósiles se está reduciendo progresivamente. Los avances tecnológicos propiciarán el aprovechamiento racional de una energía más limpia y barata. Una necesidad urgente a la que obliga el avance del cambio climático y el deterioro medioambiental de las grandes ciudades, cada vez menos habitables.
Lo que existe. Se ha progresado significativamente en energías solar, eólica, geotérmica, hídrica, solar y biomasa. En energía solar los precios de los paneles para instalar en casas o en factorías han caído un 80% desde 2008. La energía eólica ha crecido un 25% en los últimos 15 años y en algunas zonas ya es más barata que la procedente de combustibles fósiles. La biomasa proporciona el 21% de la energía que necesita la industria en Brasil. El 25% de la electricidad de Islandia se produce de fuentes geotérmicas.
Lo que viene. Hay muchos avances que vendrán de la mano de nuevos materiales y de la mejora de la capacidad de almacenamiento de la energía (baterías o pilas de combustible). Los paneles solares aún deben incrementar mucho su rendimiento. La nanotecnología, uno de los campos disruptivos con mayor potencial e impacto en nuestras vidas, podría acelerar mucho las posibilidades de algunas fuentes limpias de energía hoy estancadas, como la del hidrógeno, que puede convertirse en el combustible del futuro si se abarata su producción. Y tampoco hay que descartar la extensión de la energía de fusión, ahora sujeta a restricciones.

6) El dinero y las finanzas digitales

Tras la irrupción del fenómeno Bitcoin y las criptomonedas ya nada volverá a ser igual en el sistema financiero.
Lo que existe. La tecnología blockchain, que permite el uso del dinero digital, es una de las propuestas más brillantes de nuestro siglo. Su concepto de seguridad y su aplicabilidad en los servicios que requieren autentificación, por ejemplo, provoca que hasta los propios bancos o las instituciones de todo el mundo la estén adoptando para fines muy diversos, entre ellos, el promover el uso del dinero digital entre instituciones financieras.
Lo que viene. En realidad la banca, al igual que otros sectores tradicionales, se enfrenta a la eclosión de la fintech, un desarrollo de startups e innovación sin precedentes de ámbito mundial que está reinventando el mundo del dinero y los servicios financieros a través de la tecnología digital: Desde los pagos móviles hasta el asesoramiento de asistentes virtuales a través de la IA. Nuestro observatorio sobre fintech (fin-tech.es) ha recogido en los últimos cinco años la escalada de un proceso de innovación que es difícilmente asimilable por los sistemas financieros tradicionales. Es complicado predecir si los gobiernos aceptarán un dinero digital y global, de compleja regulación, pero caben pocas dudas que que la transformación de las finanzas y la banca será radical.

7) Educación abierta ‘on-line’

Llevamos casi 20 años intentando comprender qué alcance y significado tiene la revolución digital en la educación. Las generaciones de nativos digitales están mostrando la necesidad de cambiar los sistemas educativos actuales.
Lo que existe. La educación abierta ha propiciado revoluciones como la liderada por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) a principios del milenio con la publicación de material docente en la Red de libre acceso (OpenCourseWare). Por este camino han seguido los MOOCs (siglas de Massive Online Open Courses o cursos online masivos y abiertos), los nanodegrees (pequeños grados impulsados por grandes empresas), el aula presencial invertida (lecciones teóricas online y prácticas presenciales en clase) y otras relevantes. Las lecciones en vídeo y ejercicios gratis en Internet de la Khan Academy tienen 26 millones de seguidores.
Los contenidos formativos abiertos de calidad son casi infinitos. La propuestas de cursos actualizados y prestigiosos de plataformas como Coursera o Edx provienen de las mejores universidades del todo el mundo (MIT, Harvard, Stanford…). Otras pioneras, como Udacity, garantizan el empleo a los egresados en los Estados Unidos. El ámbito hispano lidera de forma relevante esta revolución: Miriada X tiene dos millones de alumnos y UniMOOC, 240.000 emprendedores de más de 100 países.
Lo que viene. Una educación crecientemente personalizada, capaz de desarrollar tanto el talento individual como la creatividad y el trabajo multidisciplinario en equipos. Una reinvención del concepto “presencial de la universidad tradicional” que sea capaz de explotar las herramientas y recursos abiertos y online. Innovación en nuevas formas de un aprendizaje continuo, capaces de explotar la cultura digital de las nuevas generaciones, tomando la gamificación (las estrategias propias de los juegos en otros entornos menos lúdicos), y el potencial individual como base. Y si 800 años de universidad nos lo permiten, la inteligencia artificial también tendrá un papel relevante en la personalización de la educación.

8) El coche autónomo


Es una muestra del potencial de la inteligencia artificial (IA). Aunque aún deben superar muchas barreras, el coche autónomo ya representa una revolución en toda regla para el sector del automóvil, convertido en una industria 4.0 capaz de incorporar cientos de innovaciones relevantes en el vehículo tradicional.
Lo que existe. El vehículo del futuro ya existe en forma de coche inteligente con cierta capacidad para la conducción autónoma, aunque aún necesita un conductor al volante. Se han incorporado por ejemplo recursos tecnológicos avanzados para aumentar la seguridad: detección temprana de peligros, frenadas automáticas de emergencia, alertas de salida de carril, control de la conducción “cansada”, avisos del estado del tráfico… Uber pondrá a finales de año en marcha su primera flota de taxis sin conductor en Pittsburgh (EEUU), aunque en una primera fase todavía habrá alguien en el volante, por si tuviera que intervenir. Singapur está promoviendo otra experiencia similar. Lo importante es que la tecnología hará que nuestros desplazamientos sean mucho más seguros y facilitará la movilidad de personas mayores, discapacitadas o con restricciones para conducir. Y cambiará nuestro estilo de vida.
Lo que viene. La fusión entre la tecnología de los drones y los coches autónomos permitirán el desarrollo de una nueva generación de vehículos que en no muchos años dejarán de pertenecer únicamente al género de la ciencia ficción. Existen los fundamentos básicos para lograr un coche volador. La empresa norteamericana Terrafugia ya fabrica prototipos. La NASA ha llegado a concretar que un plazo de diez años podría haber incluso coches voladores autónomos.

9) Drones

Vamos a vivir en un mundo de drones sobre nuestras cabezas, aunque algunos gobiernos se resistan actualmente a admitirlo y hayan sobrerregulado su uso sin tomar conciencia de las múltiples posibilidades que ya tienen o las que pueden tener.
Lo que existe. Los drones ya se utilizan para cientos de usos relevantes: La toma de muestras en zonas contaminadas, como Chernóbil o Fukushima; el control de volcanes; en operaciones anti terroristas o contra el narcotráfico; para el control de fronteras, la vigilancia de la caza furtiva en parques nacionales, el rescate de personas o el seguimiento de obras; para cartografía, espionaje militar… En Alemania se utilizan para llevar medicinas a las islas del norte, en Suiza para repartir el correo...
Lo que viene. Hay otros desarrollos en camino con un potencial tremendo que van desde los ensayos de distribución a domicilio de productos (Google,Amazon…) o el acceso global a Internet (Facebook quiere generar una señal de Internet a nivel mundial a base de drones y satélites), sin olvidar la propia innovación en su tecnología y forma: ya los hay que pueden posarse, ver y caminar como un pájaro.

10) Datos masivos y abiertos


En el mundo de lo digital casi todo es big data, un fenómeno que tiene por objetivo explotar cantidades enormes de datos con finalidades infinitas.
Lo que existe. Hoy se utiliza el big data social para identificar tendencias de mercado en ámbitos tan distintos como la moda o la demanda de valores bursátiles. El análisis de ingente cantidad de información con fines concretos hace posible personalizar servicios para cada cliente, identificar patrones de salud y conocer mejor enfermedades como el cáncer o regular el tráfico gracias a los datos enviados por sensores. El big data está recibiendo el decisivo apoyo del llamado machine learning (hay máquinas programadas y máquinas que aprenden solas), lo que potenciará su uso y sus posibilidades.
Lo que viene (o debería venir). Aquí la ciencia se une a la política. La apertura de las bases de datos gubernamentales posibilitaría más avances y servicios de valor para la población. Según un estudio del Observatorio ADEI, la economía de la Unión Europea podría crecer un 1,9% adicional con la implementación avanzada de políticas de gobierno abierto que potenciaría el big data y el open data. Los datos abiertos no solo tienen relevancia económica, son la base para la irrenunciable transparencia del sector público en cualquier país.

* Andrés Pedreño es catedrático de Economía Aplicada y conocedor de Internet y la sociedad de la información.

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