Podría parecer demasiado pronto para anunciar que la cuarta revolución industrial, impulsada por la tecnología digital interconectada y los avances en la inteligencia artificial, ha comenzado. Sin embargo, Henning Kagermann, jefe de la Academia Nacional Alemana de Ciencia e Ingeniería, hizo exactamente eso en 2011, cuando usó el término Industria 4.0 para describir una iniciativa industrial patrocinado por el gobierno alemán y que involucra a todos los alemanes. El movimiento Industria 4.0 ha comenzado en Alemania como una nueva revolución industrial. Muchas de las principales empresas de ese país ya tienen determinación para cambiar y rediseñarse frente a las nuevas oportunidades competitivas. El impulso está creciendo rápidamente también en otros lugares, particularmente en los Estados Unidos, Japón, China, Corea del Sur, los países nórdicos y el Reino Unido. Es una señal de cambio radical que está transformando rápidamente muchas empresas y que puede tomar por sorpresa a otras.
El término Industria 4.0 se refiere a la combinación de varias innovaciones importantes en la tecnología digital, todos ellos procedentes de la madurez en este momento, todo a punto para transformar los sectores de la energía y de fabricación. Estas tecnologías incluyen la robótica avanzada y la inteligencia artificial; sofisticados sensores; computación en la nube; Internet de los objetos; captura de datos y de análisis; fabricación digital (incluyendo la impresión en 3D); nuevos modelos de comercialización; teléfonos inteligentes y otros dispositivos móviles; plataformas que utilizan algoritmos para conducir vehículos (incluyendo herramientas de navegación, aplicaciones para compartir (Uber), servicios de entrega, y los vehículos autónomos); y la incorporación de todos estos elementos en una cadena de valor global interoperable, compartidos por muchas empresas de muchos países. El gran cambio de las industrias se irá produciendo en los próximos cinco años, llegando al momento más generalizado en el 2021. Una encuesta realizada en 2015 por PwC, en 26 países, dio como principal conclusión que el impulso en las empresas para entrar en la Industria 4.0, se refleja en las expectativas en los resultados del negocio con ganancias rápidas, con menos costos y fortalezas en la competitividad global. Una abrumadora mayoría (86%) de los encuestados dijo que, sobre la base de su experiencia, esperaban ver tanto la reducción de costos como el aumento de los ingresos en sus esfuerzos de digitalización avanzados y en la automatización de la producción con el uso de robots y máquinas autónomas.
La entrada a este siglo 21 de ciencia ficción tendrá importantes consecuencias en América latina y en su desarrollo económico. Solamente Brasil y México son los emergentes, con algunos casos interesantes, pero tienen innumerables problemas y contras, no solo en el proceso de modernización, sino también a nivel de educación de la población y en el grado de capacitación de los trabajadores. El movimiento de la Revolución 4.0 producirá, en muchas partes del mundo, consecuencias en los menos preparados. Habrá víctimas en los recursos humanos, por efecto de la competencia, entre los que no puedan o sepan defenderse y hacer la transformación. Emergerá una gran frustración en los que queden fuera del juego y se presentará un incremento de la población desocupada y de la pobreza, sin hablar de los efectos en la desigualdad y en la economía en general.
Como la Revolución 4.0 está en los primeros pasos, podemos pensar y hacer movimientos para subirnos y evitar el atraso. Es en este momento donde los gobiernos asumen el papel más importante de la historia: liderar, conducir. Juntos con las empresas y los ciudadanos hay que debatir para concebir políticas públicas, adelantadas en el tiempo. Enfocando mucho del esfuerzo en la educación y en la capacitación y adaptación de la gente a las nuevas funciones productivas que vendrán. El proceso de la Revolución 4.0 se acelerará y nos invadirá, como ha sucedido durante los cambios tecnológicos más elementales, observando a la gente adoptar fácilmente las nuevas tecnologías que les sirven: las que la entretienen y le facilitan la vida o que disparan la disrupción y la locura. Miremos lo que está aconteciendo con Pokemon Go, y el estímulo y emocionalidad desatados. Miremos este fenómeno como anticipo de lo que vendrá en la sociedad y en el escenario de la producción. Las creencias que forman nuevas realidades suceden rápidamente, en un instante.
En Argentina, hoy mismo, necesitamos diseñar una propuesta de proyecto de país, como lo hizo Australia hace unas pocas décadas, imprimiendo lo que quería en su Constitución y en las declaraciones del gobierno. Este país, Argentina, tiene que definir, de una vez por todas, el perfil productivo (ahora bastante atrasado) que le conviene, con todo los recursos de los que dispone, y que nos diferenciará en esta nueva revolución industrial. Estimulando el pensamiento estratégico para que podamos imaginar y avanzar, acompañando con debates continuos con la gente y con todos los sectores políticos y sociales. ¿Si no sabemos quiénes somos, lo que queremos y hacia dónde tenemos que ir, cómo superaremos las barreras para ser una Argentina mejor, alterando la historia nefasta del “no se puede”?
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