sábado, 17 de noviembre de 2018

Cuando el vino dejó de ser vino

El relato cristiano de Jesús convirtiendo el agua en vino en el casamiento del pueblo de Caná, destaca que María lo instó a ser un buen enólogo porque fue el mejor vino de la boda. Es fantástica esta historia porque el vino de Caná se carga de significados, con emociones que trasciende a la bebida misma que dejó de ser vino para convertirse en milagro. Jesús con el vino realizó su primer milagro y consiguió un impacto de marketing que lo daría a conocer y lo popularizó rápidamente. Porque el vino, en esa época, era valioso y escaso. Había pocos viñedos introducidos por los romanos. En cambio, eran naturales los cultivos de cebada y trigo y se elaboraba cerveza artesanal como bebida cotidiana.
 
El vino dejó de ser un producto físico para ser un concepto perceptivo con un alto contenido imaginario para satisfacer deseos dominados por lo subjetivo; se convierte en una experiencia de consumo con múltiples dimensiones, donde la degustación no es la principal. Muchos productos dejaron de ser lo que eran en algún momento, para transformarse en otros significados desde historias y leyendas o de momentos especiales. Coca Cola no fue originalmente lo que es: era la cura para algunos males. Luego el consumidor la imaginó una bebida de sabor refrescante para ser ahora un símbolo de la vida, la felicidad y los buenos momentos, con la complicidad de la publicidad. El agua embotellada se convirtió en salud. El Cirque du Soleil, Disney, los perfumes, son algunos ejemplos donde los significados del relato activan emociones y sensaciones alrededor de la marca y del producto que lo hacen único. Lo tangible se diluye y actúa detrás de bambalinas para crear percepciones y satisfacer los deseos del consumidor desde lo psicológico, que las neurociencias tratan de explicar y aprovechar. Ahora el producto es el consumidor. Estudiando al consumidor se define el producto que este desea o idealiza.

El nuevo marketing, ese marketing alejado del clásico del siglo pasado, es mucho más efectivo porque incorpora activamente la estrategia y el “pensamiento del diseño”, manejando técnicas avanzadas, especialmente en investigación del cliente, para definir aquellos factores que posibilitarán el posicionamiento (diferenciación) de la marca para enfrentar a los competidores, sumando propuesta de valor para el cliente.  El vino sigue siendo vino y vendiéndose como vino, cuando debería transformarse, por el milagro del marketing, en un nuevo “ser”. Las bodegas hacen grandes esfuerzo para innovar; los enólogos son artistas en crear nuevos vinos, pero el trabajo está incompleto si no se conocen las tendencias y los intereses del consumidor de las nuevas generaciones, y se le habla con un lenguaje memorable y cautivador.   

¿Dónde está el principal problema que afecta el consumo de vino en Argentina y que lo acerca al crepúsculo de los 18 litros per cápita? Tiene que ver con el vino. La calidad expresada en el sabor (ese goce de beberlo en cualquier momento y de distintas maneras) no satisface a un número importante de consumidores infieles que se van con otras bebidas buscando el placer. No hay dudas que hay vinos riquísimos, sabrosos, pero son caros. Los que defienden el mercado son los vinos que cuestan – estimo - menos de 120 pesos. De este límite para abajo, incluyendo al tetra, hay un nivel muy alto de insatisfacción que se agudiza con la disminución del poder adquisitivo. Y en este punto los sustitutos, como la cerveza y el fernet, son más asequibles y más agradables, y se adecuan mejor a los momentos de consumo.

En esencia, el problema crítico está en el sabor y en el nuevo modelo de mercado que se multisegmentó para convertir al vino en un producto de consumo ocasional. Supongamos una línea de tiempo de 7 días de la semana, sin tener en cuenta si es verano o invierno; prácticamente todos los días, un consumidor joven toma una cerveza, sin contemplar que también bebe otras bebidas que como bebidas son todas competidoras entre sí. A medida que se acerca el fin de semana, el consumo del vino repunta en los sectores medios y altos que pueden pagar y lucirse con vinos poco comunes, pero el volumen lo acumula la cerveza que se fortaleció a sí misma, protegiendo su espacio de mercado, con la alianza de las artesanales y las importadas, y los diversos sitios para disfrutarla. De 10 asados organizados por bebedores jóvenes, en 7 el volumen mayor de consumo lo consigue la cerveza, por más que el vino esté presente. Además se suman, por tendencias, los numerosos tragos y bebidas alcohólicas que se incorporan al consumo en esa línea de tiempo imaginaria. El reciente lanzamiento en esta región de Andes Origen, es todo un ejemplo de estrategia enfocada y posicionamiento robusto. “El origen”, que es el comienzo desde la nada, le otorga a Andes el significado de la fuerza de lo artesanal y del principio de la historia, con esa recuperación de lo natural y simple. Record de ventas y seguramente el inicio, desde el origen, de una expansión nacional con la fuerza natural de Mendoza.

El vino se toma en momentos acotados. Y por más que vengan tiempos mejores, el consumo no parará de caer en los vinos más económicos si no se innova desarrollando vinos atractivos, o bebidas basadas en el vino, que satisfagan la experiencia de consumo. La solución es simple, hay que estudiar lo que quiere el consumidor.  Pero para el vino ya nada será como era antes.

jueves, 12 de julio de 2018

Miopía en Marketing y el consumo de vino.


En el mediano plazo el consumo de vino llegará a los 18 litros. Es una tendencia evidente, claramente definida por factores sobresalientes del mercado interno que provocarán cambios significativos en la industria. Es un hecho que el consumo de se ve afectado por la economía, la producción y el poder adquisitivo de los consumidores. Sobre esta conclusión no hay ninguna duda, pero no es la única razón determinante. Las causas de la baja del vino también hay que buscarlas en los cambios culturales, rápidos y continuos, que impulsan nuevas conductas y expectativas del cliente en su relación con las bebidas alcohólicas.

Esto implica un entramado que los bodegueros, en la mayoría de los casos, no están comprendiendo. Hay variables que son determinantes en la compra de cualquier producto, como la propuesta de valor y el precio; la relevancia e imagen de las marcas; la penetración (market share); la sustitución y los competidores; las cantidades y frecuencia de compra y consumo; y las ocasiones y momentos de consumo. En todas, el vino pierde. Theodore Levitt, un visionario del marketing, enunció La miopía del marketing donde expresa “que es un error no ver más allá de nuestros productos. Es un error no centrarse en las necesidades del cliente sino en lo bueno, bonito y barato que es nuestro producto con respecto a la competencia”.

Por desconocimiento, o porque se empecinan en un razonamiento puramente económico, de corto plazo, los bodegueros están esperanzados en un crecimiento inmediato del consumo por mejoras en el poder adquisitivo y la baja de la inflación. Si bien esto es posible, no se regresará a los litros consumidos en años recientes. Por ahora, seguiremos rondando los 20 litros per cápita, con tendencia a la baja. Porque si mejora el dinero para gastar en bebidas, el vino, en general, es el que se presenta menos competitivo. Con excepción de los vinos más caros que no hacen volumen pero que si son atractivos para un nivel alto de clientes o para consumo ocasional. Los más económicos, como el tetra, están en posición vulnerable porque la propuesta de valor está basada exclusivamente en el precio y no se posicionaron con factores de calidad. (El posicionamiento es una técnica, no solo una palabra)

La industria tiene que cambiar, innovar, desarrollar estrategias, conocer más al cliente para saber qué está pensando, analizando los grados de satisfacción o insatisfacción con la calidad del vino durante la experiencia de consumo. Se asume que las marcas que están disponibles, especialmente las de menos de $100 (y el tetra, particularmente), y que son las que enfrentan directamente a la cerveza, reúnen las condiciones de calidad y sabor que el consumidor demanda. Para comprobarlo, ¿cuántas bodegas hacen estudios sensoriales o de concepto con consumidores y con la metodología correcta? Calculo que muy pocas. Se estima que más del 95% - del total de las bodegas argentinas que comercializan marcas - no aplica técnicas modernas de marketing; por ejemplo, definir un modelo de negocio y desarrollar estrategias en base al conocimiento del mercado. Más del 98% no utiliza, sistemáticamente, información sobre los consumidores y los competidores. Estos datos surgen de entrevistas personales con expertos en investigar el mercado. En Nielsen, una de las mayores empresas de investigación de mercados de Argentina, afirman que solo unas 10 bodegas, como el Grupo Peñaflor, Fecovita y Salentein, son compradoras habituales de información sobre ventas de vino en minoristas.

En los años 70 el vino dominaba el mercado interno. Las bodegas eran proactiva y competitivas en marketing. Las marcas del vino común de mesa, como Rojo Trapal, Uvita, Toro, Crespi, entre otras, invertían fuerte en publicidad y ganaban premios, individualmente, a la creatividad y la gente hablaba sobre ellas. Se vivía el cénit de consumo de vino y la cerveza no era lo que es hoy.El gasto de Cervecería Quilmes para investigar al consumidor y desarrollar Quilmes Clásica y Andes Origen, fue millonario. Dos nuevos productos que no solo atacan al vino, sino que también se enfrentan a las cervezas artesanales y a otras bebidas alcohólicas, como las espirituosas y aperitivos. Porque el objetivo estratégico de Quilmes es dominar el mercado de bebidas con alcohol y apoderarse de los consumidores jóvenes. Sus acciones en marketing así lo demuestran.

Las bodegas todavía siguen impulsando las marcas con técnicas tradicionales del siglo pasado, sin traspasar a la dimensión del nuevo marketing de los significados, de las emociones y los sentimientos. Un cambio de paradigma que tiene que ver con estrategias y planes basados en un conocimiento profundo de las tendencias, del entorno competitivo, y de las necesidades y deseos de los consumidores; que tienen conductas que emergen sorpresivamente, sin avisar, impulsadas por las tecnologías de la Revolución 4.0 y la insatisfacción permanente. El producto es secundario y lo racional es superado por lo subjetivo. Los consumidores jóvenes formatean, al instante, cualquier mercado.

domingo, 1 de abril de 2018

Cuando los países emergentes se transforman en centros de innovación.

Estamos asistiendo a las primeras etapas de una revolución en los servicios de innovación. Un estudio de Booz Allen Hamilton y la Asociación Nacional de Compañías de Software y Servicios de la India (NASSCOM), el primer estudio para evaluar el mercado global en evolución de ingeniería y servicios técnicos, encuentra que el abastecimiento mundial de innovación está creciendo mucho más rápidamente en naciones como India, China, Tailandia y Brasil, de lo que nadie esperaba hace unos años.

El estudio examinó el mercado de servicios de ingeniería: diseño de productos y componentes, diseño de plantas, ingeniería de procesos y operaciones y mantenimiento de plantas en varios sectores: automotriz, aeroespacial, tecnología / telecomunicaciones, servicios públicos y maquinaria industrial y de construcción, que juntos representan la mayor parte del gasto corporativo en I + D en el mundo.

Entre los otros hallazgos del estudio:

  • El rápido ritmo del gasto global en servicios de ingeniería no muestra signos de desaceleración. Hay dos factores principales: 1) la creciente demanda de productos de consumo e industriales cada vez más complicados, especialmente en India y China; y 2) el aumento del contenido electrónico y de software en todo producto, desde juguetes hasta aviones, lo que hace que el trabajo de ingeniería sea más deslocalizable.
  • Las economías occidentales se enfrentan a una grave escasez de trabajadores calificados de alta tecnología, especialmente ingenieros. En parte, este es el resultado de una fuerza de trabajo que envejece; en parte, se deriva de un patrón de 10 años en el que menos estudiantes en los Estados Unidos y Europa han elegido la ingeniería como profesión. Aunque la demanda se ha recuperado, las tendencias educativas aún no se han invertido en Occidente. Las empresas de los países desarrollados tal vez no tengan otra alternativa que buscar talento y capacidad en el exterior.
  • China produce trabajadores mucho más expertos en tecnología que los EEUU (650,000 al año en China frente a 220,000 en los EEUU). Mientras tanto, la India produce 95,000 graduados al año en ingeniería eléctrica, informática y ciencias de la computación, el tipo de mayor demanda, mientras que los EEUU producen 85,000 al año. A medida que aumente la demanda de habilidades de ingeniería, cualquier empresa que dependa de ingenieros tendrá que cubrir parte de esa demanda en Asia. El estudio de Booz Allen / NASSCOM estimó que hay hasta 6 millones de ingenieros disponibles en los mercados emergentes para asumir tareas de I + D de todo tipo. El veintiocho por ciento se encuentra en India y el 11 por ciento en China.
  • India disfruta de una ventaja sobre China y otros porque ya ha optimizado el negocio de la deslocalización de TI, que se puede adaptar fácilmente para servir al sector de la ingeniería. Solo India podría expandir sus ingresos de servicios de ingeniería de 25 a 30 veces, cosechando un potencial de mercado de $ 50 mil millones en 2020.
  • A medida que el mercado se expande, nuevos jugadores entrarán al ring. Los países de Europa del Este jugarán un papel cada vez más importante en la atención a los mercados en Europa Occidental. Dentro de la próxima década, la posición de bajo costo actualmente en manos de la India, podría cambiar a países como Sudáfrica, Filipinas y Vietnam.
  • La innovación subcontratada se moverá hacia arriba. Las actividades que se realizan hoy en día para los clientes de aviación y automotriz, por ejemplo, tienden a ser rudimentarias: documentación, simulaciones básicas y diseño básico asistido por computadora y trabajo de ingeniería asistida por computadora. Pero para el 2020, la ingeniería altamente compleja, como el diseño de estructuras compuestas y los análisis termomecánicos para las compañías aeroespaciales, podría subcontratarse comúnmente. 
  • La expansión de los servicios de innovación deslocalizados dará lugar a un aumento total del empleo en todo el mundo.

Las implicaciones de estos hallazgos para los tomadores de decisiones corporativas son profundas. El entorno del mercado nunca ha sido tan feroz, con una base de clientes en constante fragmentación que exige un número mayor de productos cada vez más complejos. Los autos de hoy, por ejemplo, usan componentes electrónicos mucho más intrincados, que hace una década. Aun cuando los gerentes deben seguir reduciendo costos, enfrentan presiones estratégicas para impulsar la calidad y la productividad y acelerar el tiempo de lanzamiento al mercado. Responder a estos desafíos de forma acertada son los beneficios potenciales de la innovación de outsourcing: arbitraje laboral, capacidad adicional, acceso al talento, aumento de la productividad, entrada al mercado y proximidad al cliente o usuario final. Las empresas solo tendrán éxito si optimizan su huella de innovación para aprovechar todo el espectro de ventajas competitivas que ahora ofrecen los mercados emergentes.

sábado, 17 de febrero de 2018

Automatización: impacto sobre el mercado laboral

Para el 2030, los sectores de transporte y manufactura tendrán un alto potencial para la automatización del trabajo mientras que la salud y la educación son menos automatizables. La educación es un factor clave de riesgo de la automatización, ya que los hombres menos instruidos estarán en mayor riesgo a largo plazo. Las mujeres podrían estar expuestas a un mayor riesgo en los próximos cinco a 10 años, por ejemplo, en tareas de oficina.

PwC publicó un informe donde realiza un análisis internacional del potencial impacto a largo plazo de la automatización. La investigación se basó en el análisis de las tareas y habilidades involucradas en los trabajos de más de doscientos mil trabajadores en veintinueve países. En promedio, la proporción de empleos con alto riesgo potencial de automatización se estima en solo un 3% a principios de 2020, pero se eleva a casi un 20% a fines de 2020, y alrededor de un 30% a mediados de 2030.

Las tres olas
  1. La ola algorítmica ya está en marcha e implica la automatización del análisis de datos estructurados y tareas digitales simples, como la calificación crediticia. Esta ola de innovación podría llegar al punto de madurez a principios de 2020.
  2. La ola de expansión también se encuentra en marcha, y es probable que llegue a su punto máximo de madurez en 2020. Se centra en la automatización de tareas repetibles y el intercambio de información, así como en el desarrollo de drones aéreos, robots en almacenes y vehículos semiautónomos.
  3. En la tercera ola de autonomía, que podría llegar a su madurez a mediados de 2030, la Inteligencia Artificial podrá analizar datos de múltiples fuentes, tomar decisiones y realizar acciones físicas con poca o nula participación humana. En esta fase, por ejemplo, los vehículos no tripulados completamente autónomos podrían desplegarse a escala en toda la economía.
Impactos potenciales

La proporción estimada de puestos de trabajo existentes con altas tasas potenciales de automatización a mediados de la década de 2030 varía ampliamente entre sectores de la industria, desde un promedio en todos los países del 52% para el transporte y el almacenamiento hasta solo el 8% para el sector educativo. Lo del transporte se debe a que los vehículos no tripulados se extienden a escala en todas las economías, pero esto será más evidente en la tercera ola de automatización autónoma. En el corto plazo, los sectores como los servicios financieros podrían tener mayor exposición a medida que los algoritmos aventajan a los humanos en una gama cada vez más amplia de tareas que involucran análisis de datos puros.

Por género, edad, educación

Los resultados más drásticos son aquellos por nivel de educación, con exposiciones mucho más bajas en promedio para los trabajadores altamente calificados con títulos de posgrado o superiores, que para aquellos con niveles educativos bajos a medios. A largo plazo, los trabajadores menos instruidos podrían estar particularmente expuestos a la automatización, haciendo hincapié en la importancia de una mayor inversión en el aprendizaje continuo y el perfeccionamiento en nuevas tareas. Los trabajadores con nivel educativo más elevado tendrán mayor potencial para la adaptabilidad a los cambios tecnológicos, por ejemplo, en roles gerenciales que aún serán necesarios para aplicar el criterio humano, así como para diseñar y supervisar sistemas basados en inteligencia artificial. Dichos trabajadores deberían ver que sus salarios aumentan debido a los aumentos de productividad que estas nuevas tecnologías deberían proporcionar.

Las diferencias son menos marcadas por grupo de edad, aunque algunos trabajadores mayores podrían notar que es relativamente más difícil adaptarse y volver a capacitarse que los grupos de edad más jóvenes. Esto puede aplicar particularmente a los varones con menor instrucción a medida que avanzamos en nuestra tercera ola de automatización autónoma, en áreas como vehículos sin conductor y otros trabajos manuales que, en la actualidad, tienen una proporción relativamente alta de trabajadores. Sin embargo, las trabajadoras podrían verse más afectadas en las primeras olas de automatización que apliquen, por ejemplo, a los roles administrativos.

martes, 30 de enero de 2018

¿Por qué no cambiamos de opinión aunque nos demuestren que estamos equivocados?

Los datos contrastados convencen menos que los mensajes emocionales. Diversos estudios revelan las limitaciones de la razón.

La primera impresión es la que cuenta. Cuando nuestro cerebro recibe por primera vez información sobre un asunto -"ese de ahí es Juan, es un vago"- deja grabada una silueta que provoca que todo lo que sepamos desde entonces en ese ámbito tenga que encajar en ella. Los humanos vivimos en un relato, necesitamos que las piezas encajen, y por eso nos costará tanto asumir en el futuro que Juan es un trabajador. "Es como una mancha", explica la psicóloga Dolores Albarracín, "es mucho más fácil ponerla que eliminarla después". Si esa mancha forma parte de nuestra visión del mundo, nuestra escala de valores será casi imposible limpiarla, porque sería como replantear nuestra identidad. Por eso nos cuesta horrores cambiar de opinión: los hechos deben encajar en la silueta o ni siquiera los tendremos en cuenta.

Cada vez más estudios muestran las limitaciones de la razón humana. En ocasiones se ignoran los hechos porque no se adaptan a lo que pensamos. La verdad no siempre importa. Hace justo un año, se realizó una prueba muy sencilla. ¿En cuál de estas fotos ve usted a más gente? En la foto A, de la toma de posesión de Donald Trump, se veía a mucha menos gente que en la foto B, de la inauguración de Barack Obama, llena hasta la bandera. El 15% de los votantes de Trump dijo que había más gente en la foto A, un error manifiesto. ¿Tienen un problema de visión, alguna carencia cognitiva, para llevarle la contraria a un hecho tan evidente? Es más sencillo: a veces, cuando discutimos sobre hechos, en realidad no estamos discutiendo sobre los hechos. Ese 15% sabe que dar la respuesta B es reconocer que Trump es un mentiroso y, por tanto, admitir que han votado a un mentiroso. Es decir, si se trata de un enamorado del presidente de EE.UU., estamos pidiendo que ponga en tela de juicio su propia identidad.

"Lo más probable es que las personas lleguen a las conclusiones a las que quieren llegar", dejó escrito la psicóloga social Ziva Kunda al desarrollar la teoría del pensamiento motivado. La idea es sencilla: para defender nuestra visión del mundo, nuestro relato, vamos razonando inconscientemente, descartando unos datos y recogiendo otros, en la dirección que nos conviene hasta llegar a la conclusión que nos interesaba inicialmente. Visto así, parece una flaqueza, un fallo de diseño en el raciocinio. Pero tendría una explicación muy plausible: es un escudo protector contra la manipulación, pues es lógico pensar que las cosas tienen que encajar con lo que ya sabemos del mundo. Si de pronto vemos una piedra elevarse hacia el cielo no dudamos de la existencia de la gravedad; pensamos que hay trampa en la piedra.

Pero hay situaciones preocupantes en las que si los ciudadanos no hacen caso de los hechos pueden poner en riesgo bienes mayores. La salud es uno de los ámbitos más peligrosos, como sucede con el pequeño grupo que se niega a vacunar a sus hijos. ¿Cómo se puede tomar una decisión así, que pone en riesgo la salud de las criaturas propias y las del resto? "Es una opción irracional que puede ser corregida aportando toda la información necesaria", dicen médicos, divulgadores y autoridades. Datos históricos, detalles sobre enfermedades, estadísticas consistentes..., pero no, eso no funciona. Es más, como han mostrado algunos estudios, esta forma de abordar el problema no solo no convence, sino que puede provocar un efecto bumerán, reforzando todavía más las creencias de los antivacunas. Es un efecto que el investigador Brendan Nyhan ha registrado en distintos escenarios, desde la política a la salud, y en el caso de las vacunas particularmente. Mostrar folletos con información sobre inmunización no doblega a los recelosos y a algunos los convence más todavía.

Divulgadores, fact-checkers (verificadores de datos), periodistas y políticos asumen, en general, que la gente se equivoca porque les faltan datos. Es un enfoque simplista, llamado de déficit de información, que se empeña en obviar los mecanismos conocidos de una psicología humana que, como explica Nyhan, no va a cambiar. Hay que conocer esas fisuras del cerebro humano y aprovecharlas para colarnos y ser verdaderamente persuasivos. Pero llegados a este punto, es importante preguntarse, qué es convencer ¿Lograr que una familia antivacunas reconozca que está equivocada o conseguir que ponga una, dos o todas las vacunas necesarias a sus hijos?

Un experimento realizado el año pasado, sobre racismo y política, obtuvo resultados inquietantes. A un grupo de ciudadanos se les contó algunas de las mentiras habituales de Marine Le Pen sobre los inmigrantes. A otro, esto mismo, pero contrastado con los datos reales. Al tercer grupo se les contó únicamente la información veraz, sin las falsedades de Le Pen. Los "hechos alternativos" de la política francesa lograron mejorar sus opciones de voto por igual (un 7%) en el primer grupo y el segundo, mostrando que el desmentido fue inútil. Lo que es más sorprendente: sus opciones también crecieron (4,6%) entre quienes solo leyeron información real sobre inmigración. Por eso a este tipo de políticos populistas les da igual que les desmientan: han colocado el mensaje, que se hable de lo que les interesa, fijando el marco de la conversación pública: la inmigración como problema. Los investigadores consideran que no basta con el trabajo periodístico con los datos, sino que "para ser efectivo, los hechos deben integrarse en una narrativa con argumentación persuasiva" y "presentados por un político carismático".

Esta es la paradoja de los verificadores (o fact-checkers), esos periodistas que se dedican a comprobar y desmentir las afirmaciones de los políticos: que solo funcionen con quienes no hace falta. Los primeros trabajos de Nyhan indicaban poca utilidad y que a veces eran contraproducentes, pero en un estudio reciente mostró que gracias al fact-checking se podía conseguir que algunos seguidores de Trump admitieran que sus afirmaciones eran falsas. Eso sí, no movían un milímetro su intención de voto hacia el candidato republicano. "Tienden a ignorar la información disidente. Este escenario fomenta la aparición de una caja de resonancia en torno a narrativas y creencias compartidas. En este punto, la verificación de hechos puede ser percibida como otra tesis de los rivales y por tanto ignorada", explica Walter Quattrociocchi, especialista en cómo se disemina la desinformación.

El cambio climático es otro experimento natural oportuno para analizar el fenómeno. Los especialistas han probado de todo para convencer a los escépticos y no hay una varita mágica. Pero el papa Francisco nos da una clave: tras escribir una encíclica ecologista, en EE.UU. creció 10 puntos el porcentaje de convencidos de que el calentamiento será dañino y 13 puntos el bloque de católicos que creen que el cambio climático es real. Líder carismático y que habla desde dentro del círculo identitario. En este ámbito, hablar de catástrofes y amenazas puede ser contraproducente. Sin embargo, funcionan contenidos emocionales que hablan a la gente de cómo encaja el problema en su vida (la salud), o mensajes que indiquen que combatir el calentamiento traerá avances científicos y económicos, y que mejorará la cohesión y los valores de la comunidad.

Muchas de estas estratagemas están destinadas a escuchar al sujeto para aprovechar sus debilidades: a un empresario negacionista del cambio climático no le convencerás hablándole de la crecida de los mares, sino de oportunidades de negocios verdes. Por eso, un equipo de la Universidad de Queensland (Australia) ha acuñado el concepto de persuasión jiu jitsu, en referencia a ese arte marcial que usa contra el rival su propia fuerza. Por ejemplo, dejar que explique cómo funcionaría exactamente paso a paso su idea, para que vea sus flaquezas saliendo de su propia boca.

"Cuando se trata de temas científicos, la gente habla usando evidencias, cuando sus actitudes están motivadas por otra cosa. El divulgador tiene que resistir la tentación natural de debatir las ideas articuladas por el sujeto y en su lugar centrarse en su motivación oculta en la sombra", explican. "Identifique la motivación subyacente, y luego adapte el mensaje para que se alinee con esa motivación", sugieren. Por ejemplo, decirle a un votante de Trump que salvar el planeta es la única forma de mantener el estilo de vida americano.

lunes, 25 de diciembre de 2017

El futuro decimonónico


La información tiene una rapidez de vértigo, pero seguimos tardando doce horas en ir de Madrid a México, no tenemos coches que vuelan, ni conversamos con androides, ni tenemos naves que nos lleven a otros planetas

El futuro no es como nos lo habían contado. La literatura y el cine nos pintaron hace décadas un panorama del siglo XXI que no se parece al tiempo en que vivimos. En 1982 Ridley Scott propuso en su película Blade Runner, basada en una novela de Philip K. Dick, una ciudad de Los Ángeles que en el 2019, es decir dentro de tres años, tendría automóviles voladores y una población de androides que convivirían con los humanos.

Antes, en 1968, Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick habían calculado, en 2001 Space Odyssey, que al principio de este siglo los viajes por el espacio serían una cosa habitual. Pero la verdad es que lejos de haber vuelos interplanetarios en naves colectivas de grandes dimensiones, lo que tenemos en el siglo XXI es el mismo cansino avión del siglo XX, casi el mismo aparato en el que volaban los Beatles, y unos automóviles, tóxicos e imprácticos, que siguen polucionando la atmósfera, igual que lo han venido haciendo durante el último siglo. Aunque los aviones de hoy son menos elegantes y mucho más incómodos que los del siglo pasado, se trata esencialmente del mismo artefacto, y su impedimento evolutivo somos claramente nosotros, que vivimos pegados a un cuerpo tan primitivo, o tan sofisticado, como el de nuestros antepasados.

La oronda vaca

George Langelaan propuso, en 1957, que nuestro cuerpo que se resiste a volar podría ser teletransportado, podría encerrarse en una cabina en Berlín y aterrizar, diez segundos más tarde, en una cabina en Nueva York. Esto nos lo explicó al detalle en La mosca, su famoso cuento que Kurt Neumann (1958) y David Cronenberg (1986) llevaron al cine.

El futuro no se parece a lo que estos creadores, fundamentados en la velocidad con la que avanzaba entonces la tecnología, creían que sería. Ya estamos en pleno siglo XXI y ni siquiera tenemos esa cocina automatizada, que producía café, tostadas y un huevo frito con solo darle a un botón, que proponía Jacques Tati en su película Mon oncle (1958). Es más, si quitamos los teléfonos móviles, los cascos del mp3, los coches y alguna prenda de vestir estentórea, y hacemos una foto en una calle antigua de París o de Barcelona, no encontraremos diferencias sustanciales con una que se haya hecho en ese mismo sitio en el siglo XIX, por ejemplo.

El mundo, en general, no ha cambiado tanto

Ha evolucionado por zonas específicas. No ha cambiado tanto, ha evolucionado por zonas específicas y con énfasis en la micro tecnología, avanzamos a gran velocidad hacia lo pequeño, recibimos y emitimos información con una rapidez que produce vértigo, pero seguimos tardando doce horas en transportarnos de Madrid a la Ciudad de México, no tenemos coches que vuelan, ni conversamos con androides, ni tenemos naves que nos lleven a otros planetas; en muchos aspectos nuestro siglo se parece más al pasado, que a ese deslumbrante siglo XXI que nos enseñaron Kubrick y Ridley Scott.

Resulta que a muchas parcelas de nuestra cotidianidad no ha llegado todavía el futuro, basta asomarse a los artículos de prensa y a los ensayos que se escribían a mediados del siglo XIX en Estados Unidos, para darnos cuenta de que las inquietudes, las pulsiones y las neurosis que bullían en los albores del mundo industrializado, del capitalismo rampante, de la modernidad compulsiva, siguen estando, ciento cincuenta años más tarde, perfectamente vigentes. Para darnos cuenta de que aquellos que vislumbraban este siglo desde el siglo anterior, tendrían que haber mirado hacia atrás y no hacia adelante para no errar tanto en su pronóstico.

Esa preocupación que nos produce hoy el deterioro del planeta, o la desconexión con la naturaleza y la pérdida de nuestra dimensión espiritual ya existía a mediados del siglo XIX en Estados Unidos; los creyentes gremiales se apuntaban a la iglesia calvinista o al grupo cuáquero de su comunidad, y los que no querían someterse a la espiritualidad oficial, husmeaban en las tradiciones orientales, en el taoísmo o el budismo, o en la cosmogonía milenaria de los indios que todavía habitaban aquellas tierras y que pronto serían acorralados por la expansión industrial y la modernidad. Aquella atmósfera espiritual, que era precisamente la reacción a ese mundo industrializado y lleno de humo que ya era muy patente, puede visitarse en la obra de Emerson, de Thoreau o en los poemas incombustibles de Walt Whitman, escritores que buceaban en las tradiciones orientales que proponen el regreso a la naturaleza, el abandono del yo a favor del todo cósmico, la concentración en el único tiempo que tenemos que es el presente, y una muy completa batería de preceptos que en nuestro siglo predican, exactamente por las mismas razones, los gurús del mindfulness y demás invenciones de la new age, que es tan vieja como Lao-Tse.

Esa preocupación que nos produce hoy el deterioro del planeta, ya existía a mediados del XIX

Estados Unidos, después de la Guerra Civil, trataba de reorganizarse como país, de armonizar las diversas nacionalidades que lo conformaban, incluidos los habitantes originales del territorio; era un proyecto económico y multicultural lanzado hacia el futuro que, paradójicamente, no toleraba a los inmigrantes pobres, esa intolerancia tan propia de nuestra especie que siglo y medio después sigue vigente. Walt Whitman nos cuenta, en uno de sus artículos que escribía en la prensa, de los dos mil europeos pobres que llegaron de golpe al puerto de Nueva York, y de cómo fueron confinados en el barrio más sucio e insalubre, mientras la prensa y la sociedad en general los culpaba de todos los robos y fechorías que perpetraban los nativos. Era la época, nos dice el poeta, en la que reinaba el “espíritu de destruir-y-volver a construirlo todo”; los especuladores inmobiliarios en Manhattan creaban burbuja tras burbuja, los edificios se incendiaban y una vez controlado el fuego ya había un especulador dispuesto a construir sobre las cenizas. El poeta nos cuenta de una mujer de avanzada edad que defendía, con una pistola en cada mano, la tumba de su marido sobre la que un especulador quería construir un edificio. Era la época del capitalismo salvaje, todo valía para hacerse rico y nadie parecía tener escrúpulos de ninguna clase, y esa furia afectaba incluso a los escritores, como Charles Dickens que, harto de los piratas que imprimían sus libros, escribía artículos exigiendo al gobierno la protección de sus derechos de autor, mientras la prensa y la opinión pública lo acusaban de ser un escritor majadero y antidemocrático por tratar de impedir que su obra se reimprimiera libremente, más o menos lo que opinaría hoy, del músico que se queja de que le roben sus canciones, el cibernauta que mira desde su cuerpo decimonónico, el futuro que corre en la pantalla de su teléfono.

Fuente: Jordi Soler, escritor.

martes, 17 de octubre de 2017

10 TENDENCIAS TECNOLÓGICAS QUE DEBES TENER EN LA MIRA PARA 2018


Según Gartner (Empresa de investigación en el mercado tecnológico), el próximo año estará marcado por áreas como inteligencia artificial, aplicaciones inteligentes, edge computing, experiencia inmersiva, y blockchain, entre otras.

Según la consultora, estas son las 10 principales tendencias tecnológicas estratégicas para 2018:

1. Inteligencia Artificial

La creación e implantación de sistemas capaces de aprender, adaptarse y actuar de forma autónoma ha supuesto un gran reto para las empresas. El uso de IA tiene como fin mejorar la toma de decisiones y reinventar los modelos de negocio y ecosistemas existentes, y se convertirá, sin duda, en la principal preocupación de aquí a 2025.

“Las técnicas de IA están evolucionando rápidamente y las organizaciones tendrán que invertir significativamente en habilidades, procesos y herramientas para explotar con éxito estas técnicas y construir sistemas mejorados con IA”, señala en este escenario David Cearly de Gartner.

2. Aplicaciones y análisis inteligentes

Durante los años venideros, prácticamente el total de las aplicaciones y servicios llevarán incorporado algún nivel de IA, y muchas no podrán seguir existiendo sin esta tecnología de aprendizaje automático. Esto dará lugar a una nueva etapa que transformará la naturaleza del trabajo tal y como lo conocemos, al igual que su estructura.

“Hay que explorar las aplicaciones inteligentes como una forma de aumentar la actividad humana y no como una forma de reemplazar a las personas”, asegura Cearley al respecto.

3. Internet de las Cosas

Tratar de integrar en objetos físicos y cotidianos la capacidad de ofrecer comportamientos avanzados e interactuar naturalmente con el entorno y los usuarios. Esa es la clave. Vemos ejemplos en los vehículos autónomos, robots y aviones no tripulados. Esta tendencia cada vez avanza con mayor rapidez y su inclusión en la vida diaria poco a poco se está convirtiendo en una realidad en la vida de muchas personas.

4. Digital Twins

Se trata de la representación digital de una entidad o sistema del mundo real. Los Digital Twins tienen la capacidad de mejorar de forma significativa la toma de decisiones dentro de las empresas y pueden utilizarse para entender el estado de las cosas, responder a los cambios, mejorar las operaciones y agregar valor.

“Los urbanistas, los vendedores digitales, los profesionales de la salud y los planificadores industriales se beneficiarán de este cambio a largo plazo”, explica el representante de Gartner.

5. Edge Computing

Se trata de una topología informática en la que el procesamiento de información, la recopilación y entrega de contenido se sitúan más cerca de las fuentes. La conectividad y los retos de latencia, las restricciones de ancho de banda y una mayor funcionalidad incorporada en el borde favorecen los modelos distribuidos. Las empresas deberán comenzar a utilizar patrones de diseño de edge computing en sus infraestructura, en concreto, para aquellas con elementos IoT significativos.

6. Conversational platforms

Uno de los mayores cambios que ha introducido la tecnología es la transformación en la comunicación entre seres humanos. Las plataformas de conversación serán las encargadas de impulsar el siguiente gran cambio y, en los próximos años, se convertirán en un objetivo primordial de diseño para la interacción del usuario.

“El desafío que enfrentan las plataformas de conversación es que los usuarios deben comunicarse de una manera muy estructurada, y esto es a menudo una experiencia frustrante”, cuenta David Cearly.

7. Experiencia inmersiva

En la actualidad, el mercado de la realidad virtual (VR) y la realidad aumentada (AR) aún se encuentran en una fase primitiva y poco definida, lo que da lugar a que muchas nuevas aplicaciones de VR sean de poco valor real para las empresas fuera del entretenimiento avanzado, como videojuegos o vídeos esféricos de 360º.

Para que esto evolucione, las empresas deben examinar nuevos escenarios específicos de la vida real donde se puedan aplicar estas nuevas tecnologías, mejorando los procesos de diseño, la capacitación y la visualización.

8. Blockchain

Las tecnologías Blockchain son una salida de los actuales mecanismos centralizados de transacción y mantenimiento de registros, y pueden ser útiles para la creación de una base de negocios digitales tanto para las empresas tradicionales como para startups.

9. Event driven

Hoy en día, cualquier cuestión dentro de los negocios puede ser registrada digitalmente, como la finalización de una orden de compra o el aterrizaje de un avión. Con el uso de IoT, Cloud Computing, Blockchain, gestión de Big Data e IA, cualquier imprevisto en los negocios puede ser detectado rápidamente y analizado con mayor detalle.

10. Ciberseguridad

Teniendo en cuenta que vivimos en un mundo donde los ataques por medio de plataformas digitales son continuos, ayudar a crear una red segura y cerrada es de gran importancia. Para que las iniciativas empresariales digitales puedan llevarse a cabo de forma segura, los líderes en seguridad y gestión de riesgo deben adoptar un enfoque de riesgo adaptativo continuo y de evaluación de confianza.